“Alfonso XIII y Cambó: La monarquía y el catalanismo político”
Autor: Pedro Aparicio Muñoz
Hace poco más de 100 años comenzó una relación entre el monarca y el dirigente nacionalista de derechas, Francesc Cambó. Podríamos encontrar semblanzas con el momento actual si Artur Más estuviese a la altura de su predecesor, situación que desgraciadamente no se da. También a veces fue comparado con Jordi Pujol, en su etapa moderada, pero a diferencia de este, aquel no fue un chorizo y sí un patriota mal comprendido, con lo que se perdió una gran ocasión de resolver el ahora denominado problema catalán y que hace un siglo era incipiente. Entre Alfonso XIII y Cambó, se tejió una difícil confianza; que al final fracasó por las veleidades del monarca y la poca visión del conjunto de la política, que arrojaron al catalanismo moderado en brazos de Esquerra; en una repetición de lo que estamos viviendo en estos momentos.
En el libro se documenta esta relación y su influencia en el crecimiento del catalanismo político, que lleva a entender mejor la situación actual. El rey creyó que era el único político catalán del que podía fiarse y éste confió en la monarquía para obtener la autonomía de Cataluña. La realidad, sin embargo, terminaría alejándoles. Aquí adjunto unos textos personales y de la Vanguardia y un enlace a otro comentario sobre el tema.
El primer contacto de Alfonso XIII con Francesc Cambó tuvo lugar en el Ayuntamiento de Barcelona en 1904. El rey tenía 18 años, había sido coronado dos años antes y visitaba por primera vez Cataluña como monarca. Cambó tenía 28 años y era el concejal más joven del grupo de la Lliga Regionalista de Catalunya, triunfador aquel mismo año en las elecciones de Barcelona. Triunfo nacionalista que ya no ha dejado de repetirse.
Cambó dirigió al monarca un discurso crítico, pidiendo la autonomía para la ciudad y para la región: “Esta ciudad, Señor, no se siente feliz. Se engañaría Vuestra Majestad si creyese que el contento que manifiesta, desde que os tiene en su seno, indica que están satisfechas sus aspiraciones, que los graves problemas que tiene planteados y las hondas preocupaciones de su espíritu han desaparecido”.
Se inició entonces una relación entre ambos, que sobreviviría, con altibajos, acordes con los movimientos convulsos de la política y de los gobiernos hasta el golpe de estado de Primo de Ribera, a la sazón Capitán General de Cataluña. Pasaron por el apoyo del Rey al ejército cuando parte de este atacó y destruyo el periódico/revista satírico/a “Cut Cut ” por unas caricaturas de unos militares y Cambó se erigió en paladín de la protesta de los dirigentes catalanes que pedían un castigo ejemplar para con los pirómanos. La Semana Trágica y las dudas sobre quien estaba detrás de los asesinatos de empresarios catalanes, la supresión de la Mancomunidad a cargo de Calvo Sotelo y el apoyo a Alejandro Lerroux terminaría por alejarles irremediablemente.
“Ha llegado la hora de Catalunya”, proclamó eufórico Francesc Cambó en noviembre de 1918, cuando, según su versión, el rey Alfonso XIII, sumido en una España en crisis, le dijo: “No veo otra manera de salvar una situación tan difícil que satisfacer de una vez las aspiraciones de Catalunya”.
Pero cuando las Cortes debatieron el proyecto de autonomía catalana, se encontró sin apoyo parlamentario y con la contundente frase de Antonio Maura, el político más afín a Cambó: “Los catalanes, les guste o no, son españoles”. Cambó, indignado, escribió una dura carta de despedida al monarca.
En un contexto de grave descrédito de los partidos dinásticos, carentes de sus dos líderes carismáticos, Cánovas y Sagasta, que ven pasar 30 gobiernos en las dos décadas que van desde la coronación del Rey hasta el Golpe de Primo de Ribera y con un Alfonso XIII que era muy intervencionista, las buenas relaciones con el Monarca eran vitales y necesarias.
A principios de siglo XX, la Lliga decide jugar en la política española, hacer valer sus diputados en las Cortes y entrar en el Gobierno para forzar el cambio de estatus de Catalunya. Es cuando Cambó cree que el Rey cumplirá su palabra. ¿Engañó a Cambó? Riquer dice que “Alfonso XIII borbonea, no sólo con Cambó, sino con todos. Hay una famosa frase de la reina Victoria Eugenia: ‘del Rey hablan mal todos, sobre todo los que lo conocen’”.
“Cambó –dice Riquer– es requerido por Alfonso XIII cuando le necesita. Le llama para salvar la crisis del 17, con su propuesta de acabar con el sistema de dos partidos que se alternaba en el poder. Después le vuelve a llamar en el 18, cuando, tras la Primera Guerra Mundial, empiezan a caer imperios y tronos y la crisis en España es inmensa, y le propone desactivar el problema catalán.
Pero después le deja solo y años más tarde, en 1922, Alfonso XIII le vuelve a llamar. Le ofrece la presidencia del Gobierno con la condición de que desista de su catalanismo. Si quiere ser el jefe del Gobierno español ha de abdicar de ser un dirigente catalanista”
¿Qué posición tenía Alfonso XIII respecto al catalanismo? “Alfonso XIII –dice Riquer– era un nacionalista español. Consideraba que España era ya una nación hecha y no creía en absoluto en una nación catalana. Él y la inmensa mayoría de los españoles veían al catalanismo como un elemento de renovación, pero hasta cierto punto. No acababa de entender la idea de Cambó de una Catalunya como motor de la renovación de España”.
Según el historiador, Cambó, al fracasar el proyecto de autonomía en las Cortes, “ve claramente que la autonomía catalana no se puede conseguir por vía parlamentaria y que el estatuto sólo cosecha enormes resistencias. No encuentra ninguna fuerza política que pueda darle un mínimo apoyo y se encuentra sólo un discurso esencialista sobre la patria. No logró siquiera ampliar las competencias de la Mancomunitat de Catalunya”.
Borja de Riquer ve ciertos paralelismos con la situación actual, salvando las diferencias, “Se está en un callejón sin salida constitucional. A gran parte de la población catalana le parece insuficiente y por parte de la administración española no se ofrece ninguna alternativa para mejorar la situación de Catalunya. Claro que hoy tenemos una Generalitat y hace un siglo no, pero el problema de fondo sigue siendo que el catalanismo suscita profundas reticencias.
Otro paralelismo es que se sigue usando el anticatalanismo como un arma política. En el 18, las diputaciones castellamas reunieron a más de cien mil personas en una manifestación en Madrid contra el proyecto de estatuto catalán. Otra diferencia: hace un siglo, Catalunya era, con mucha distancia sobre las demás, la región más dinámica de España. Era la fábrica de España y el Estado era muy precario. Hoy, en cambio, Madrid es la capital financiera y los recursos económicos del Estado son infinitamente superiores a los de hace cien años”
El catalanismo conservador no se planteaba un cambio de régimen sino su reforma. Riquer dice que “los catalanes que participaron en la Primera República eran federalistas. A inicios del XX, cuando irrumpe Solidaritat Catalanal, los políticos españoles se alarman, porque ven que aquello no es cosa de cuatro locos. El catalanismo sale de su reclusión en Catalunya y se planta en Madrid”.
La derrota de la Lliga en Barcelona y de los monárquicos en Madrid sorprendió a los mismos republicanos. Cambó viajó a Madrid el día 13; el día 14 por la noche, mientras Alfonso XIII se dirigía a Cartagena para embarcar hacia Marsella, Cambó cogía el tren para París. En Barcelona, ese día la multitud gritaba: “¡Visca Macià, morí Cambó!”
¿Cuál es la herencia Cambó? “Creo que la experiencia Cambó ha sido decisiva para que Pujol siempre mantuviera que tener ministros en Madrid implica más limitaciones que ventajas y que el catalanismo tiene más capacidad de maniobra si está fuera del Gobierno. La lectura de Pujol es que el catalanismo estuvo en el gobierno y no consiguió nada. Consiguieron más cosas los catalanistas republicanos: Companys, Pi Sunyer o Marcelino Domíngo porque eran una cuota catalana dentro del proyecto republicano.
A partir del 77, Pujol vio que no tenía sentido una presencia de ministros de CiU sino significaba una auténtica mejora para la situación catalana. Cambó se sentía prisionero de unas dinámicas burocráticas y de un mundo político –lo que llamamos Madrid– que hacen que las cosas sean extremadamente dificiles de alterar. Los momento oportunos para Catalunya son los momentos de ruptura. Como hizo Macià en un golpe de audacia.
Si no, las cosas van muy despacio y por un camino que no sabes a donde te lleva”. “Hay –dice Borja de Riquer– quien se sorprende del estallido de indignación catalana. Son más de cien años de incomprensión política, de resistencia al proyecto de una España abiertamente plural planteado por un catalanismo que no era secesionista hasta ahora”.
‘Alfonso XIII y Cambó: La monarquía y el catalanismo político’, Borja de Riquer
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