Nuestra nueva juventud
AUTOR: José Toraño Cisneros.
Siempre me pregunto, si nuestra juventud fue más desgraciada que la actual, al ver como es ahora y como se divierten y de todo lo que disponen para pasarlo bien, quizá por las circunstancias que entonces se daban, se había terminado recientemente una guerra que además fue entre españoles, lo que la hace todavía más cruenta y salvaje, pero esto que voy a escribir no trata de hablar de nuestra guerra, si no de situar el momento de ambas circunstancias y comparar, entonces me pregunto, y también os lo pregunto a vosotros que juventud es más feliz, la actual o la que nosotros vivimos.
Para nosotros las carencias fueron grandes pero nos arreglábamos como podíamos y a nuestra manera nos lo pasábamos muy bien, éramos bastante felices, sin tener ninguno de estos aparatos, acordaros pedir una conferencia era hasta divertido, sabias la hora que la pedias, pero la hora de que la dieran era una incógnita.
En la actualidad creo que tenemos una preocupación y que sobredimensionamos el cuidado de la juventud, que me imagino que os habéis dado cuenta que cuando paseamos con ella, lo hacemos con su teléfono, o sus diversos aparatos, lo que los aleja bastante de nosotros, pero sin embargo corremos, para ser los primeros en comprar lo último que sale al mercado, para llevárselo enseguida, incluso sin que nos lo hayan pedido, este quizá es un ejemplo extremo, pero que la mayoría de las veces es real, ya sé ,ya sé qué no todo el mundo lo hace, pero si nuestro poder adquisitivo nos lo permite también lo hacemos y yo soy el primero, y eso lo que hace es que estemos educando a una juventud más bien débil frente a los problemas que hoy les presenta la vida, y para los que todos esos aparatos incluido los móviles que son el motivo de mi reflexión no les da la solución.
Esto viene a cuento porque ha llegado a mis manos un recorte que quiero que conozcáis y que para mí es una explicación de lo que arriba comento.
Si creciste con comida casera.
Montabas en bici sin casco.
Te daban una bofetada si te portabas mal.
Tenias una televisión con dos canales (y había que levantarse para cambiarlos)
Rebobinabas las cintas con un bolígrafo.
Salías con muy poco dinero y aun te quedaba a la vuelta.
Jugabas en la calle, acudías al médico sin cita previa.
Hacías dos horas de digestión antes de bañarte.
Usabas ropa que heredabas , y has salido normal publícalo para terminar con tanta tontería.
Espero que esto nos sirva para reflexionar y poner un poco de orden en nuestra juventud actual, que solo tiene ojos y oídos para su teléfono y sus aparatos. Pero creo también que son estupendos y si alguno lo lee también le haga pensar.
Estamos en verano y no nos viene mal una lectura que nos arranque una sonrisa y a la vez una reflexión como me ha pasado a mí.
2 Comentarios
Si consideramos la felicidad como la conjunción de un conjunto de factores sobre los que no hay una escala establecida, es difícil establecer una época mejor. Supongo que cada uno “barrerá para casa” y dirá que la suya.
De lo que estoy más seguro, es de que actualmente es más fácil que se dé esa conjunción que en la posguerra
Estamos de acuerdo en que tal vez les estemos haciendo más débiles al facilitarles en exceso todas las comodidades y artilugios.
Probablemente disfrutábamos más de lo que teníamos pues era más valorado por escaso.
Estamos inmersos en la cultura del consumo por el consumo. Recuerdo que mi padre (abogado) tenía tres trajes de invierno y dos de verano; yo creo que tengo seis de cada; más de veinte camisas por temporada,….., ocho prendas de abrigo….
El ahorro era generalizado y casi nadie gastaba más de lo que ingresaba ni compraba lo que no necesitaba; se valoraba la palabra y estrecharse la mano cerraba un trato sin necesidad de escribirlo; un impagado era vergonzoso; en general había mucha menos corrupción.
Se han perdido muchos valores cívicos o se valoran menos que en nuestra juventud, pero la felicidad es tan subjetiva que es difícil saber cual era más. Tal vez nos adaptábamos porque no teníamos otra opción, pero no me habría disgustado vivirla ahora, si bien la competencia brutal en todos los ámbitos es un hueso duro que tendrán que roer y nosotros nos libramos en cierta medida