XENTRADAS 14-15

PROBLEMA CON CATALUÑA VERSUS 1934

Autor: Pedro Aparicio Muñoz

PROBLEMA CON CATALUÑA VERSUS 1934

Raro es el día en que no nos encontramos en la prensa y en las tertulias el llamado problema catalán o del engarce de Cataluña con el resto de España (no sé porque se habla de Cataluña versus España, cuando esta no podría seguir manteniendo ese nombre si se produce la separación). España no es España sin Cataluña, sería otra cosa.

Ahora estamos en que si Más me llama pues nos reunimos inmediatamente y el otro dice que quien no llama es Rajoy. ¿Cómo van a negociar si uno ya empieza diciendo que la convocatoria del 09.11 es innegociable, así como el derecho al referéndum?, el otro tampoco tiene mucho margen.

Tampoco ayuda, mejor dicho anima al separatismo, la situación de corrupción a todos los niveles en que estamos inmersos. Alguien puede decir que el caso Palau, las ITV y aumentos descomunales por comisiones y ayudas del clan de los Pujol, están en la misma onda; pero ya sabemos aquello de ver la paja en ojo ajeno y no la viga en el nuestro. En cualquier caso su corrupción endógena es mucho menor que la que pagan con su aportación del 20% al PIB (solo de los ERE, y cursos de Andalucía les toca pagar más cinco veces el suyo)

No olvidemos el PER (otro reducto del fraude), del que ellos pagan una parte importante sin beneficiarse directamente, aunque sí de forma indirecta al aumentar la renta disponible que puede revertir en consumo de productos catalanes. Pensemos por un instante, política ficción, que no existiese y por tanto los 400.000 emigrantes africanos y magrebíes, actualmente en Cataluña, hubiesen sido sustituidos por cobradores del PER, ya que sin esta subvención seguramente habrían seguido emigrando de Andalucía a Cataluña y así haberse reducido en un 40% el paro en aquella comunidad; con el correspondiente ahorro del Estado y por tanto en la aportación de Cataluña. Además estos 400.000 andaluces habrían favorecido la integración con el resto de España y disminuido la versión/sensación de España/Madrid nos roba.

Todo lo anterior, además de un sentimiento digno de respeto, preocupa y refuerza la opción separadora de la burguesía catalana, la verdadera creadora e instigadora del nacionalismo catalán, cuyo comportamiento con el resto de España ha sido egoísta en la mayor parte del tiempo y lo demuestra que siempre han intentado la separación cuando el resto de los españoles han estado en situación precaria.

Ya se las pusieron complicadas al rey de Aragón, nuestro Fernando el Católico, con sus luchas intestinas que llegaron a casi extinguir a la nobleza; muy diezmada y basta con ver la escasa, actualmente, relación de nobles en Cataluña. La burguesía ha sido la detentadora del poder municipal y mancomunado.

Posteriormente aprovecharon la guerra con Portugal, en 1640, para negarse a aportar tropas o dinero y cuando los franceses intervinieron pues hubo que enviar tropas del resto y ante las molestias que ocasionaron sobre el terreno forzaron a que los catalanes se sublevaron, llegando a pedir al Rey francés su incorporación a la corona francesa y así fue durante 15 años, transcurridos los cuales y como los gobernadores franceses eran los que mandaban y les molestaban más pues pidieron ayuda al Rey de España para expulsar a los franceses y reincorporarse a la corona española. Todo un ejemplo.

Pasados pocos años y olvidando que lo primero que hizo el Rey Felipe V al llegar a España fue jurar los fueros de Aragón y por tanto Cataluña y viendo que el Estado era más centralista (como el francés), pues apostaron por el pretendiente austríaco (como otras regiones). Termina la guerra con la toma de Barcelona en septiembre de 1714 y de ahí la Diada que curiosamente celebra una derrota; no una independencia que nunca existió. No fue una guerra de independencia ni secesión, sino de sucesión para elegir el Rey de España.

Curiosamente en el momento de máxima debilidad, Guerra de la Independencia, el pueblo se alza en armas como en toda España, contra el invasor. Desde luego si España hubiese sido regida por el Rey francés a nadie le cabe una duda sobre que no habría consentido independentismos locales.

En 1840 y ante el rumor, solo el rumor, de que el gobierno liberal de Espartero iba a reducir o anular los aranceles que protegían la industria catalana y que obligaba al resto de españoles a pagar más caro el textil que si lo compraba inglés que era incluso mejor, Barcelona se alza en armas y Espartero tiene que reducirlos bombardeando las zonas sublevadas.

En la 1ª República los dos primeros Presidentes son catalanes, Estanislao Figueras (que harto en tres meses, huye a París sin avisar ni al Consejo de Ministros) y Pi i Margall, este último una figura reconocida a nivel mundial por sus tesis y conocimientos federales y a los que se les va de las manos el control que desemboca en el cantonalismo salvaje y las luchas del cantón de Cartagena con el de Murcia, la escuadra con base en Cartagena pidiendo dinero a la ciudad de Alicante para no bombardearla…….

Llegamos a la guerra de 1898 y a las pérdidas de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, que traen una desmoralización generalizada de España y al arraigo de los nacionalismos periféricos en sus respectivas zonas de influencia.
Dejamos de lado La Semana Trágica que surge en Barcelona ante la negativa al embarque de tropas para Marruecos, pues realmente allí no se nos había perdido nada, pero no deja de ser curiosa la circunstancia.

Durante la época tremenda del llamado bienio bolchevique, 1919/1921, con gran violencia anarquista, huelgas salvajes, bombas y asesinatos de patronos y trabajadores, Cambó (presidente de la Lliga, parecido a lo que hoy es CIU) es Ministro del Gobierno de España y consigue un arancel que prohibía importar una lista de productos lesivos a los intereses industriales de Cataluña y evitar la entrada de la banca extranjera, salvo uno apara cambio de divisas.

Como el anarquismo y la inseguridad se centra básicamente en Cataluña y sur de Andalucía, Cambó y la oligarquía catalana recibieron encantados la Dictadura de Primo de Rivera y solo se sintieron afectados cuando Calvo Sotelo, desde el Directorio Civil, suspendió la Mancomunidad de Municipios en el año 1927.

Cuando en 1931 se proclama la IIª República, les falta tiempo (el mismo día) para declararse república independiente asociada a los pueblos ibéricos; aunque esto no constaba en el Pacto de San Sebastián, firmado también por representantes del nacionalismo catalán, en agosto del año anterior. Tras unos días de negociaciones se repliegan, tras conseguir la creación de la Generalitat, mientras redactan un Estatuto en Nuria. Este, muy rebajado del inicialmente presentado, fue aprobado por las Cortes españolas en septiembre de 1932 (agilizado tras el fallido golpe de estado de Sanjurjo).

Naturalmente en octubre, días 7 y 8, del 34 y mientras se proclama la huelga general que prende en Asturias, Cataluña se declara independiente y ofrece al resto de regiones españolas su territorio para crear una república alternativa y federal a la que está legalmente constituida. El Presidente Companys pidió ayuda y obediencia al general Batet (general en jefe de la región) y también a la población para que marchase en armas hacia Barcelona para su defensa. Curiosamente, hace unos días, el consejero de Interior en funciones de la Generalidad catalana, Felipe Puig (CiU), exhortó a los policías de los Mossos d’Esquadra a que, en caso de que la Generalidad decida saltarse la ley, en referencia a una hipotética secesión unilateral, este cuerpo apoyara sus demandas y se situara al lado del Gobierno autonómico, olvidando el famoso dicho: “Los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla
Barcelona, al contrario que la heroica y tenaz defensa de Madrid, seguramente cansada de anarquismo y luchas intestinas, es un paseo militar y las tropas franquistas son recibidas con entusiasmo. Entusiasmo que no decreció durante la Dictadura y que fue bien pagado con industrias como SEAT, refinería de Tarragona…….

Mientras fuimos creciendo económicamente, todo se desarrolló armónicamente y la mano de obra extremeña, andaluza y castellana fue cubriendo las necesidades catalanas y ayudando a su desarrollo. La locomotora de España.

Pero llegamos a la peor crisis económica que se recuerda en los últimos decenios y a Cataluña se le aviva nuevamente su deseo de independencia, a veces fácil de entender por las consideraciones comentadas al inicio de este artículo y que se pueden resolver con un reparto más equitativo de cargas y responsabilidades, pero nuevamente:

Se le olvida que aún su intercambio comercial con el resto de España les es favorable en unos 20.000 millones de euros que le sirven para compensar su déficit con el exterior (conviene recordar que Cataluña tiene pocas materias primas).

Se le olvida que su independencia, salvo que lleve consigo la sumisión del resto de España, nos transforma a los demás de una península en una isla. ¿Qué sentido tiene crearnos un tapón a los intercambios comerciales con nuestros socios y mayores clientes?, ¿sería admisible amablemente?

Se le olvida la inter-relación en suministro energético de paso con Francia, el reparto del agua del Ebro (creo que de origen extra catalán), el reparto de la propiedad de infraestructuras aeroportuarias, viales, ferrocarriles,………., pagados del Presupuesto Nacional (donde participa Cataluña con su 20%)

Se le olvida que las raíces familiares de más de la mitad de su población están en el resto de España y los enfrentamientos afectivos que esto puede conllevar.

Se le olvida………………. y al final al resto, también de los años de caminar en común………..

Volvamos a octubre de 1934 y a la opinión de Ramón y Cajal

En 1934, la Generalitat proclamó unilateralmente la República Catalana. Entonces, el presidente de la República era Niceto Alcalá-Zamora y Torres y el presidente de gobierno Alejandro Lerroux, proclamaron el Estado de Guerra y ordenaran al General Batet que controlara la insurrección y este desplegó algunos efectivos que acabaron con la misma en 48 horas. La Guardia Civil se hizo cargo de la detención y custodia de los Mossos d´Esquadra.

Posteriormente, las disputas sobre las condenas de los jefes de los Mossos d’Escuadra, que eran militares profesionales enfrentaron al Presidente de la República con el mayor partido (la CEDA) y a esta con Cambó (pedía el indulto), llevando a una gran fractura y a adelantar elecciones

En su libro “El Mundo a los Ochenta Años. Parte II”, editado en Madrid también en 1934, el Premio Nobel de Medicina Santiago Ramón y Cajal también escribía un artículo sobre esta cuestión que, igualmente, podría haberse firmado hoy.
“No me explico esta desafección a España de vascos y catalanes”

“Deprime y entristece el ánimo, el considerar la ingratitud de los vascos, cuya gran mayoría desea separarse de la Patria común. Hasta en la noble Navarra existe un partido separatista o nacionalista, robusto y bien organizado, junto con el Tradicionalista que enarbola todavía la vieja bandera de Dios, Patria y Rey.

En la Facultad de Medicina de Barcelona, todos los profesores, menos dos, son catalanes nacionalistas; por donde se explica la emigración de catedráticos y de estudiantes, que no llega hoy, según mis informes, al tercio de los matriculados en años anteriores. Casi todos los maestros dan la enseñanza en catalán con acuerdo y consejo tácitos del consabido Patronato, empeñado en catalanizar a todo trance una institución costeada por el Estado.

A guisa de explicaciones del desvío actual de las regiones periféricas, se han imaginado varias hipótesis, algunas con ínfulas filosóficas. No nos hagamos ilusiones. La causa real carece de idealidad y es puramente económica. El movimiento desintegrador surgió en 1900, y tuvo por causa principal, aunque no exclusiva, con relación a Cataluña, la pérdida irreparable del espléndido mercado colonial. En cuanto a los vascos, proceden por imitación gregaria. Resignémonos los idealistas impenitentes a soslayar raíces raciales o incompatibilidades ideológicas profundas, para contraernos a motivos prosaicos y circunstanciales.

¡Pobre Madrid, la supuesta aborrecida sede del imperialismo castellano! ¡Y pobre Castilla, la eterna abandonada por reyes y gobiernos! Ella, despojada primeramente de sus libertades, bajo el odioso despotismo de Carlos V, ayudado por los vascos, sufre ahora la amargura de ver cómo las provincias más vivas, mimadas y privilegiadas por el Estado, le echan en cara su centralismo avasallador.

No me explico este desafecto a España de Cataluña y Vasconia. Si recordaran la Historia y juzgaran imparcialmente a los castellanos, caerían en la cuenta de que su despego carece de fundamento moral, ni cabe explicarlo por móviles utilitarios. A este respecto, la amnesia de los vizcaitarras es algo incomprensible. Los cacareados Fueros, cuyo fundamento histórico es harto problemático, fueron ratificados por Carlos V en pago de la ayuda que le habían prestado los vizcaínos en Villalar, ¡estrangulando las libertades castellanas! ¡Cuánta ingratitud tendenciosa alberga el alma primitiva y sugestionable de los secuaces del vacuo y jactancioso Sabino Arana y del descomedido hermano que lo representa!

La lista interminable de subvenciones generosamente otorgadas a las provincias vascas constituye algo indignante. Las cifras globales son aterradoras. Y todo para congraciarse con una raza (sic) que corresponde a la magnanimidad castellana (los despreciables «maketos») con la más negra ingratitud.
A pesar de todo lo dicho, esperamos que en las regiones favorecidas por los Estatutos, prevalezca el buen sentido, sin llegar a situaciones de violencia y desmembraciones fatales para todos. Estamos convencidos de la sensatez catalana, aunque no se nos oculte que en los pueblos envenenados sistemáticamente durante más de tres decenios por la pasión o prejuicios seculares, son difíciles las actitudes ecuánimes y serenas.

No soy adversario, en principio, de la concesión de privilegios regionales, pero a condición de que no rocen en lo más mínimo el sagrado principio de la Unidad Nacional. Sean autónomas las regiones, mas sin comprometer la Hacienda del Estado. Sufráguese el costo de los servicios cedidos, sin menoscabo de un excedente razonable para los inexcusables gastos de soberanía.
La sinceridad me obliga a confesar que este movimiento centrífugo es peligroso, más que en sí mismo, en relación con la especial psicología de los pueblos hispanos. Preciso es recordar –así lo proclama toda nuestra Historia– que somos incoherentes, indisciplinados, apasionadamente localistas, amén de tornadizos e imprevisores. El todo o nada es nuestra divisa. Nos falta el culto de la Patria Grande. Si España estuviera poblada de franceses e italianos, alemanes o británicos, mis alarmas por el futuro de España se disiparían. Porque estos pueblos sensatos saben sacrificar sus pequeñas querellas de campanario en aras de la concordia y del provecho común.PROBLEMA CON CATALUÑA

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